Episodio 27 del podcast Cuentos para Tejer Sueños

En el episodio 27 de Cuentos para Tejer Sueños
compartimos un bellísimo cuento clásico intitulado
‘Peter Pan’.

¿Conoces al eterno niño que no quiere crecer? Se llama Peter y está decidido a no transformarse en adulto. ¡Hasta vive en una isla llamada Nunca Jamás! Si pudieras, ¿elegirías tu también quedarte niño toda la vida?

En el episodio 27 de Cuentos para Tejer Sueños compartimos el bellísimo clásico intitulado Peter Pan. ¿Conoces al eterno niño que no quiere crecer? Se llama Peter y está decidido a no transformarse en adulto. ¡Hasta vive en una isla llamada Nunca Jamás! Si pudieras, ¿elegirías tu también quedarte niño toda la vida?

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Episodio 27 de Cuentos para Tejer Sueños: ‘Peter Pan’

Los Darling eran una familia compuesta por el siempre preocupado por las apariencias señor Darling, la amorosa señora Darling, sus tres hijos Wendy, John y Michael y Nana, un perro niñera que no tenía nada que envidiar a ninguna otra niñera. Wendy era la hermana mayor y en sus sueños vivía historias de aventuras en las que aparecía un personaje llamado Peter Pan, un niño volador, que vivía en la isla de Nunca Jamás.

La señora Darling alimentaba la imaginación de sus hijos contándoles cuentos cada noche, sin saber que al propio Peter Pan le gustaba acercarse a escuchar los cuentos para luego ir a contárselos a los Niños Perdidos con los que vivía en la isla de Nunca Jamás. Los Niños Perdidos eran los niños que se habían caído de sus carritos y nunca más habían sido reclamados. Peter Pan era su líder y se encargaba de protegerlos.

Un día, Nana descubrió a Peter y fue tras él. Aunque el niño escapó, Nana consiguió atrapar su sombra y Wendy la guardó en un cajón. 

Pero algunos días después, Peter volvió con el hada Campanita para recuperar su sombra. Sin embargo, una vez que la consiguió no pudo volver a ponérsela y se echó a llorar. El llanto de Peter despertó a Wendy, quien tras oír su problema, cosió la sombra de Peter a sus pies.

Peter Pan quedó encantado de las habilidades de Wendy y le pidió que viajara con él y Campanita al país de Nunca Jamás donde podrían vivir aventuras y ser la mamá de los Niños Perdido. Entonces, enseñó a volar a los tres niños con la ayuda del polvo de hadas de Campanita y todos viajaron a Nunca Jamás. 

Durante el vuelo, Peter les habló de su enemigo Garfio, el malvado y cruel capitán pirata a quien Peter había cortado una mano. Luego se la había dado a comer a un cocodrilo y desde entonces éste perseguía a Garfio por todas partes, ansioso por volver a probar su carne. Garfio había conseguido evitarlo hasta entonces porque el cocodrilo también se había tragado su reloj y el continuo «tic tac» lo avisaba de su presencia. Casi habían llegado cuando los piratas de Garfio los recibieron a cañonazos…

Peter Pan presentó a Wendy como una madre a los Niños Perdidos, que la recibieron con mucho cariño y alegría. Es que, aunque Peter no quería saber nada de madre ni de adultos, los Niños Perdidos estaban encantados de tener una.

Wendy aceptó de buen grado su papel de madre cuidando a los niños, dando medicinas, poniendo tareas, fijando normas, cocinando y contando cuentos. Y así pasaron felices bastante tiempo, viviendo las aventuras propias de una isla tan fantástica y comenzando a olvidar a sus padres y su pasado, en especial John y Michael. Wendy se acordaba más de ellos, sobre todo de lo que estarían sufriendo, pero estaba tan segura de que sus padres tendrían siempre abierta la ventana para recibirles con alegría el día que decidieran regresar, que no se preocupaba demasiado.

Así fue pasando el tiempo hasta que una noche Wendy, temerosa por llegar a olvidar a sus padres y preocupada por lo que estarían sufriendo, decidió que debían volver a casa con ellos. 

Pero después de probar lo que era una madre, los Niños Perdidos no querían perder a Wendy y deseaban seguir con ella, así que se le ocurrió la idea que sus propios padres los adoptaran a todos. Los Niños Perdidos aceptaron ilusionados, pero Peter no quería saber nada de ninguna madre, ni hacer nada de lo que obligan a hacer los mayores, ni mucho menos crecer y se negó a volver y ser adoptado. 

Así, se despidieron y se marcharon.

Pero precisamente Garfio había preparado su ataque ese día y preparó una emboscada para capturar a Wendy y a los niños, a quienes Peter no protegía porque estaba actuando como si no le importara que se marcharan. Garfio tenía todo tan planeado que pudo incluso llegar al escondite de Peter mientras dormía y envenenar su comida.

Campanita descubrió lo que había ocurrido y comió ella la comida de Peter. La pequeña hada lo salvó de morir envenenado y estuvo a punto de morir ella misma, pero un  hada puede salvarse cuando los niños creen en las hadas y cuando se lee este cuento, siempre hay un niño que cree en las hadas y salva la vida de Campanita.

En el barco pirata Garfio ya había decidido tirar los niños al mar haciéndoles caminar por un tablón de madera. Pero entonces se escuchó el «tic tac» del cocodrilo y el capitán pirata se aterrorizó. Sin embargo, solo era un engaño de Peter, que acudía a salvar a Wendy y a los niños. 

Peter fue acabando con los piratas de uno en uno hasta conseguir la llave de los candados y liberar a los niños.

Entonces comenzó una feroz lucha en el barco entre Peter y Garfio, pero el niño dió una gran patada en el trasero al pirata y lo envió directo a las fauces del cocodrilo, que miraba desde el agua. 

Gracias a la gran victoria los niños se adueñaron del barco de los piratas y al día siguiente pusieron rumbo de vuelta a casa.

En casa de los Darling las cosas habían cambiado. El señor Darling, arrepentido por sus errores, vivía en la perrera de Nana y había jurado no salir hasta la vuelta de sus hijos. Mientras, la señora Darling, como pensaba Wendy, se aseguraba de que la ventana estuviera siempre abierta.

Así, cuando los niños llegaron volando tomados de las manos, el encuentro con sus padres estuvo lleno de alegría y felicidad. Por supuesto los Darling estuvieron encantados de adoptar a los Niño Perdidos y a Peter. Pero Peter se negó rotundamente: no quería crecer y volvería a Nunca Jamás junto a Campanita. 

Pero antes de marcharse, prometió volver por Wendy y llevarla consigo una vez al año, por primavera.

James Matthew Barrie