En el episodio 16 de Cuentos para Tejer Sueños
compartimos el cuento intitulado ‘Un Halloween diferente’.
¿Crees que a todos los monstruos les gusta asustar? ¿Sabes por qué solo pueden decir frases como AAAAARRRRRGGGGGHHHHH o BBBBBBUUUUUUHHHHH o GGGGGGRRRRRRR ?
Pues escucha este episodio y verás que los monstruos ya no te parecerán tan antipáticos. ¡También ellos pueden ser muy divertidos!

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Episodio 16 de Cuentos para Tejer Sueños:
‘Un Halloween diferente’
Hace mucho tiempo, la mayoría de los monstruos eran seres simpáticos y golosos, tontorrones y peludos que vivían felizmente en un monstruoso mundo. Hablaban y jugaban con los niños y les contaban cuentos por las noches.
Pero un día, algunos monstruos tuvieron una gran discusión por un caramelo y uno se enfadó tanto que sus furiosos gritos hubieran asustado a cualquiera. Y entre todos los que quedaron terriblemente asustados, las letras más miedosas, como la «L», la «T» y la «D», salieron corriendo de aquel lugar. Como no dejaron de gritar, las demás letras también huyeron de allí y cada vez se entendían menos las palabras que los monstruos pronunciaban. Finalmente , sólo se quedaron unas pocas letras valientes, como la «G» y la «R», de forma que en el mundo de los monstruos no había forma de encontrar letras para conseguir decir algo distinto de «GGGGRRRRRR!!!», «AAAARRRRGGGG!!!» o «BUUUUUUHHHH!!!».
A partir de aquello, cada vez que iban a visitar a alguno de sus amigos los niños, terminaban asustándoles; entonces con el tiempo, se extendió la idea de que los monstruos eran seres terribles que solo pensaban en comernos y aterrorizarnos.
Un día, una niña que paseaba por el mundo de los monstruos buscando su pelota, encontró escondidas bajo unas hojas a todas las letras, que vivían allí dominadas por el miedo. La niña, muy preocupada, decidió hacerse cargo de ellas y se las llevó a casa para cuidarlas.
Aquella era una niña especial, pues aún conservaba un amigo monstruo muy listo y simpático, que al ver que nada de lo que decía le salía como quería, decidió hacerse pasar por mudo, así que nunca asustó a nadie y hablaba con la niña utilizando solo gestos.
Cuando aquella noche fue a visitar a su amiga y encontró las letras, se alegró tanto que le pidió que se las dejara para poder hablar y por primera vez la niña oyó la dulce voz del monstruo.
Juntos se propusieron recuperar las voces de los demás monstruos y uno tras otro los fueron visitando a todos, dejándoles las letras para que pudieran volver a decir cosas agradables. Los monstruos, agradecidos, les entregaban las mejores golosinas que guardaban en sus casas y así, finalmente, fueron a ver a aquel primer monstruo gruñón que organizó la discusión.
Estaba ya muy viejecito, pero al ver las letras, dió un gran salto de alegría.
Mirando con ternura las asustadas letras, escogió las justas para decir «perdón».
Debía llevar esperando años aquel momento, porque enseguida animó a todos a entrar en su casa, donde todo estaba ya preparado para una grandísima fiesta, llena de adornos monstruosos, golosinas y caramelos.
Como las que se festejan hoy en día en Halloween… qué coincidencia, ¿verdad?.